jueves, 14 de julio de 2016

¿Cómo sobrevivir a un grupo de personas a los que no les gusta el fútbol?

Es difícil, lo sé. Tener por dentro de ti unas ganas tremendas de hablar sobre el golazo que marcó tu equipo favorito o sobre el túnel majestuoso que le hizo el jugador que más te gusta a un rival que venía a marcarlo y que se fue con una humillación categórica, pero solo tienes a tu lado personas  que desean hablar sobre algo que dijo el presidente del país o lo que pasó en la novela de las 12.  Guardarte esas ganas es nocivo para la salud. Te carcome el alma no poder hablar de fútbol.
Cuando intentas hacerlo, esas personas te miran extrañados, como si hablaras en albanés. Si nombras, por ejemplo, al Cruz Azul de México o al River Plate argentino creen que estás hablando de equipos de algún país asiático del que nunca habían oído. Es sumamente complicado aguantar las ganas de ahorcarlos para luego salir corriendo buscar personas nuevas. 
En algún momento una de esas personas se anima a hablar contigo, te animas a hablarle de todo en un intento de traerlo al lado futbolístico de la vida pero te desanimas totalmente cuando te hace una pregunta como: ¿Por qué Messi juega con Argentina si me habías dicho que juega para el Barcelona?.
Tu decepción es tan grande que hubieses preferido que nunca abriera la boca para hacer semejante animalada, pero lo perdonas porque los dioses del fútbol te dicen que te apiades de los débiles. 
Aún cuando crees que puedes, no podrás cambiarlos. Siempre serán unos débiles a los que el fútbol no les atraerá ni les generará la pasión que te trae a ti. Déjame recomendarte que busques amigos nuevos, unos que permitan desahogar tus ganas de hablar por horas y horas de fútbol, de hoy y de la historia.
Tan solo no dejes a tus antiguos amigos.   

    

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